OAXACA

Mi padre se debate entre la vida y la muerte tras los hechos del 31 de agosto…

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Oaxaca, Oax.- Tras los hechos del 31 de agosto en Santa Lucía del Camino, durante un operativo de alcoholimetro, los hechos aun son investigados por la Fiscalia General del Estado de Oaxaca.

La muerte de un joven de 22 años de nombre Diego Ignacio Paz y su acompañante Josue Rosas quien convalece en el Hospital con la posibilidad de perder un ojo.

En este contexto, también hay elementos de la Policia de Santa Lucia del Camino heridos en un hospital. Esta es la carta de la hija de uno de los elementos quien asegura que su padre resulto gravemente afectado la noche del 31 de agosto.

CARTA DE LA HIJA DE UN POLICÍA AFECTADO LA NOCHE DEL 31 DE AGOSTO EN SANTA LUCÍA DEL CAMINO:

La vida de Diego Ignacio Paz terminó de manera sorpresiva, en un hecho que sin duda es lamentable y de mucho dolor para su familia.

Mientras jóvenes de una universidad prestigiosa llamada Anáhuac salen a exigir justicia por la muerte de un joven, quien lamentablemente bajo la mezcla del alcohol con el volante quiso burlar los filtros del alcoholímetro y el hecho terminó en tragedia.

Sin embargo, me resulta muy difícil ponerme de un solo lado de la historia como lo han hecho todos los medios, redes sociales y opinión pública, cuando al que señalan, juzgan y someten al escrutinio público es a mi padre quien fue el primer afectado de dicho accidente.

Mi papá que hoy se debate entre la vida y la muerte por una fractura cráneo encefálica y quien ha perdido más del 75% de su vista tras ser atropellado en el mismo hecho donde perdió la vida ese joven.

A mi padre lo han señalado sin saber que cuenta con más de 20 años de carrera policial, y lo mismo ocurre con su compañero que se sometió a varias cirugías en la pierna izquierda que le partieron en tres partes tras ser arrollado por el mismo automóvil de lujo marca Audi en el que viajaban esos jóvenes.

Es lamentable que hoy en día, la clase social a la que pertenezcas es garantía de que te hagan caso o no, donde los de abajo, la clase trabajadora, seguimos siendo los menos escuchados y los primeros en ser señalados como culpables sin siquiera darnos el derecho de réplica, sin escuchar nuestra voz.

Leo y veo con asombro en todos los medios de comunicación y redes sociales que piden y exigen justicia para un joven llamado Diego de una universidad tan famosa y prestigiosa como la Anáhuac, mientras que a nosotros, la familia de un policía, no nos han tomado en cuenta ante severos daños físicos e irreparables en la salud de mi padre.

Escribo en calidad de hija y quizá no tenga los medios ni el dinero para hacer marchas, peticiones o notas que nos den ese espacio que hasta ahora solo se los dan a los más prestigiados, pero estoy segura que la justicia siempre prevalecerá en nuestras vidas y que esta pesadilla de tener a mi padre en cama perdiendo la vista y sin reaccionar pronto acabará.

A las personas que se han dedicado a atacar sin escrúpulos a mi padre y sus compañeros que trabajan para cumplir con lo que les corresponde, espero que jamás tengan que estar en nuestra situación, en donde somos ignorados, repudiados y silenciados por una sociedad que está llena de prejuicios y que han mostrado una empatía a modo.

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